lunes, 28 de noviembre de 2011

Décimo octavo capitulo: volver…


Febrero llego. Los jóvenes partían rumbo a España. Cuando menos lo imaginaron, el primer mes del año ya había pasado. Thiago se despedía de sus padres y su familia.
Al fin ya estaban en viaje. Las primeras horas del 2 de Enero de 2011, los amigos llegaban a Madrid.
En tanto, Luca estaba muy atento a todos los sucesos en Egipto, pues su familia estaba vacacionando en El Cairo, y no tenia novedades de ellos. Estaban conmocionados, por toda la crisis que se estaba viviendo en el país de medio oriente, ante la masiva marcha de personas y militares que pedían la salida del gobierno de su presidente. Ya más de 300 personas habían muerto.
Apenas llego, se dirigió a la embajada de Egipto en España. Tampoco no tenían novedades, además la redes de Internet se vieron cortadas en todo el país del conflicto, por lo que la incomunicación se hacia mas intensa.
Pablo y Thiago trataban de apoyar como podían a Luca, que estaba muy mal, tenía mucho miedo que a sus padres y hermanos les haya pasado algo.
Paralelo a esto, el hermano de Pablo, Santiago, había sido internado en Brasil pues habría sufrido un accidente. 
Con toda esta situación, los jóvenes fueron rumbo al departamento de Luca, que era su lugar en Madrid.
Ya en el departamento, Thiago revisa su correo, hacia tiempo no lo chequeaba. Un email de Shanti. Le decía que el 7 de Febrero viajaría a Madrid, su madre la había autorizado hacer un viaje de vacaciones por el país español. El no entendía mucho, pues en correos anteriores, la joven le relataba lo dura que era su madre.
En fin, pese a no entender, se alegro mucho, después de todo se reencontraran tras de meses sin verse.


Ante la gravedad de las cosas que les acontecía a sus amigos, prefirió omitir el email de Shanti por lo menos en ese momento.
Cuando se dirigió al comedor, Pablo marchaba rumbo a la iglesia, encontrarse con sus hermanos de fe y orar mucho por esta situación, que se les escapaba de las manos.
Thiago le pregunto a su amigo si podía acompañarlo, hacia mucho que no iba  a una iglesia. El con una sonrisa le dije que si, diciéndole: la casa de Dios siempre esta abierta para sus hijos.
Luca, muy desolado por la situación, y para sorpresa de sus amigos, quienes sabían lo incrédulo que era, también les dice de su necesidad por acompañarlos a la iglesia. Con más alegría aun, Pablo los abraza a ambos, y les da ánimo.
Los tres salieron del departamento, optaron por ir caminando, necesitaban tener contacto con el ambiente.  

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